¿Cliente molesto por tu nuevo precio?

Emmanuel Pérez
3/11/17

Intro

Resumen de una [muy intensa] conversación que tuve el 2016 con un ex-cliente (quien también es dueño de negocio): comenzó saludándome con un "¡Dios te bendiga!" eufórico y terminó despidiéndome con un áspero "¡váyase pa'l carajo, hermano!" (Todo en menos de 5 minutos.) Así de intensa fue la llamada esa tarde...

¿Por qué?

Todo este argumento surgió porque me estaba regateando y EXIGÍA con altivez una explicación de por qué mis precios habían subido. Le dije firme y tranquilamente que no tenía porqué explicarle mientras tuviese esa actitud y le di como opción buscar otro suplidor, ya que mis precios le molestaban tanto. Es mil veces mejor "perder" un cliente de este tipo que "ganar" un par de pesitos regalando descuentos, créeme.

Explico

Ocho meses antes de esa conversación, le serví y quedó muy feliz con el precio, pero al decirle mis nuevos precios, exclamó: "¡LOCO, pero tú me tienes que dar una razón VÁLIDA de porqué ese precio!" [...] ¿Tan importante TE CREES AHORA?" (Él me había visto desde que [yo] iba a pié de negocio en negocio y en el momento de la conversación ya tenía un vendedor en la calle. Lo que él no sabía es que yo seguía tan a pié como en ese tiempo y pensaba que me estaba "dando guille", pero tú me entiendes: percepciones...)

Quizá sea muy fácil decir: "el cliente merece una explicación", pero créeme: no sabes con cuánta intensidad me estaba hablando esta persona. Piensa en eso, imaginándote la peor escena que puedas; de verdad estaba fuera de control y me hablaba de una manera irrespetuosa.

Tristemente

Aquí vemos algo interesante del humano: hay cierto tipo de desprecio hacia quienes pensamos que están mejor que nosotros. En este caso, él pensó que me creía más importante porque 1. mi negocio ha crecido y porque 2. no le ofrecí una razón "válida" de porqué mis precios subieron.

Gracias a Dios, pude soportar la situación y controlarme: no hice uso de sarcasmos ni cinismos en medio de la conversación (que duró 4 minutos, pero pareció eterna). Creo que todos hemos tenido momentos así, y si aún no los has tenido, prepárate, porque son inevitables. Si piensas que tener tu propio negocio te hace ser "tu propio jefe", te equivocas: tener tu negocio te hace empleado de miles de personas. No lo digo para desanimarte, sino porque es algo que debes saber y casi nadie logra verlo en un principio.

Mira...

Cuando sabes que tienes un buen producto o servicio, no tienes por qué bajar tus precios. Quítate de la mente que los clientes son escasos y que siempre tienes que complacerles en sus caprichos o que perderás si hablas con firmeza la verdad.

Tenemos que entender que -aunque estamos para servir a los demás- siempre habrán entre nosotros personas que quieran obtener lo que proveemos sin saber identificar la diferencia entre costo, valor y precio.

Humildad

Ser humilde no significa andar cabizbajo todo el tiempo, escondiendo lo que sabes o lo que tienes. Si sabes mucho de algo: comparte tu conocimiento; si tienes más de lo que consumes, comparte con quien necesita, pero cuidado: no a todos les hace bien recibir algo para lo que no se esforzaron; podrías hacerles más daño que bien. Es bueno para el humano fajarse por lo que necesita y pagar un precio por lo que quiere; es así que aprendemos el valor real de las cosas.

¡Sigue sin miedo!

No tengas miedo a que te miren con envidia: si eres pudiente económicamente, sé un ejemplo y enseña a los demás a adquirir riquezas; no te quedes con el conocimiento. La humildad y la capacidad económica no guardan ninguna relación.

El dinero no cambia a las personas: el altivo siempre fue altivo, solo que ahora tiene una nueva forma de demostrarlo; tiene algo más qué presumir. Cada cual debe guardar su corazón de todas las cosas; siempre ten eso presente. ¡Emprende!

Emmanuel Pérez

Autodidacta, Artista Gráfico, Fotógrafo Aficionado, Agricultor, Diseñador Web, Productor Musical y dos o tres cosas más, supongo.

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¡Tus problemas te harán crecer!

Se que tú también tienes momentos difíciles con tus clientes. Está en ti frustrarte o crecer con cada situación...

El trabajo que odias

La próxima vez que sientas quejarte, recuerda que cada experiencia te dará herramientas para darle forma a tu sueño. Mira cómo los trabajos que odiaba me ayudaron a emprender...

¡Te reto a emprender! ¿Aceptas?

Que no se te pase la vida; que no existan imposibles en tu mente ni en tu boca. ¡Anímate y motívate; tienes todo lo que se necesita!