Emmanuel Pérez
Autodidacta, Artista Gráfico, Fotógrafo Aficionado, Agricultor, Diseñador Web, Productor Musical y dos o tres cosas más, supongo.
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Todos tenemos un niño interior que nunca muere. No importa cuánto tratemos de ocultarlo, ignorarlo o callarlo, estará con nosotros hasta nuestro último respiro. Podemos madurar, cambiar nuestra manera de ver muchas cosas, experimentar muchos cambios en nuestros cuerpos físicos, pero ese niño siempre estará en nosotros, porque somos nosotros.
El tiempo pasa y sin piedad alguna nos recuerda que algún día dejaremos de existir de la manera en que hoy lo hacemos; nos recuerda que ya no podemos hacer muchas cosas que antes solíamos disfrutar; nos pone en evidencia ante todos con señales que no podemos esconder y en muchas ocasiones nos separa por una clasificación conocida como edad.
Aunque mucho sobre nosotros cambie con los años, seguimos siendo niños; seguimos siendo soñadores; seguimos deseosos de amar y ser amados; queremos jugar, queremos divertirnos, queremos reírnos sin necesitar una razón válida para hacerlo; ¡queremos vivir!
Nacemos ignorantes a las cosas, pero llenos de una energía y curiosidad que nos ayuda a entender la vida poco a poco; sin embargo, aunque con el paso del tiempo adquirimos miles de conocimientos, gradualmente perdemos nuestra energía; En nuestro interior sigue el niño igual que en nuestros primeros años: con fuertes emociones y buscando cualquier momento para darse a conocer, pero nuestros cuerpos siguen cambiando, volviéndose un obstáculo cada día mayor para la manifestación libre de quienes somos.
Si los pequeños supieran que nosotros también queremos jugar, correr, escondernos, reír a carcajadas, echarnos a rodar en la grama y mojarnos bajo la lluvia. Si supieran que nuestro interés es genuino, porque somos niños como ellos. Si entendieran que las canas y arrugas son solo un invento del tiempo, si supieran que soñamos como ellos, que sentimos como ellos, que lloramos, nos frustramos y reímos por dentro de las mismas tonterías que ríen ellos...si supieran que solo somos niños con otro cuerpo y que no sabemos cuándo pasó.
Vencimos cientos de miedos de cuando éramos pequeños y en cambio adquirimos miles que nunca pensamos tener. Ya no jugamos en la calle, ya no corremos bajo la lluvia, ya no cantamos esas lindas canciones de antaño... Si somos niños, ¿por qué ya no somos libres? Si somos niños, ¿por qué es tan difícil sonreír? Si somos niños, ¿por qué es tan difícil decir te amo? ¿Por qué es tan difícil confiar?
Háblale a tu niño; escúchalo y juega con él; sigue vivo en ti; nunca murió y jamás lo hará. Tu voz podrá cambiar, tu cuerpo envejecer, dolerte y molestarte, quizá pierdas hasta tus palabras y memorias, pero hay algo dentro de ti que nunca cambió y lo sabes; ahí dentro siempre estarás tú mismo: eres el niño que nunca creció.
Porque es ahí cuando escuchamos las cosas que nuestro niño ansiosamente nos quiere contar. Para él no son recuerdos, pues para él, el tiempo no existe; el tiempo nunca pasó; sigue siendo el mismo ser travieso, curioso y energético que nos vio crecer sin que nos diéramos cuenta. Quizá le lleguemos a olvidar, pero él nunca nos olvida; solo espera un tiempo contigo. Sé libre, sé tu propio niño o niña sin temores.
Autodidacta, Artista Gráfico, Fotógrafo Aficionado, Agricultor, Diseñador Web, Productor Musical y dos o tres cosas más, supongo.
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